Por Jessica Aguilar
Norberto Bobbio hablaba de la pareja
de términos público-privado, acuñados en la historia del pensamiento político y
social de Occidente, en su libro “Estado, Sociedad y Gobierno”. Al hacer
referencia a dichos términos los asimilaba como la democracia/autocracia,
paz/guerra, sociedad/comunidad, de ahí que la gran dicotomía entre lo público y
lo privado tenga tanta importancia, sean vistos como términos antagónicos y sea
tema de discusión constante.
Si bien, puede ser subjetivo
argumentar que el sujeto público no puede estar en el sujeto privado y
viceversa, es preciso recalcar que aunque un actor político tenga su vida
expuesta al escrutinio público, también tiene una vida privada “no pública”
(privatus qui in magistratu non est).
Ante ello, se aclara que lo
público llega hasta donde la esfera privada lo permita y viceversa. Cada unos
de los actores políticos delimitan su esfera, le dan difusión a lo que
consideran público, guardan lo privado detrás de la puerta de su casa, pero al
fin y al cabo son como decía Cicerón “res publica” (cosa del pueblo).
Actualmente las nuevas tecnologías
y las redes sociales nos permiten ver más allá de la vida pública de los
políticos, sus fotos con la familia, videos de sus eventos, posturas, amigos,
sus casas, autos, oficinas, fiestas, inclusive muchos de esos materiales han
salido a la luz de forma clandestina, sin autorización y causando molestias.
Ante ello, una frase acuñada por Granados Chapa, “quien no quiera ver
fantasmas, que no salga de noche”, con ello se deja claro que quien se dedica a
la política es porque sabe las consecuencias y las bondades del oficio.
Entonces: ¿Hasta donde la vida de
un actor político es privada?. Considero que la respuesta la determinan cada
uno de los actores políticos, según los limites que impongan ante los medios de
comunicación, la difusión de sus vidas privadas en las redes sociales y ¡lo más
importante! Las acciones que realicen cotidianamente y a sabiendas de que, cada
una de las acciones negativas que hagan repercutirá en un grupo político al que
pertenecen, son personas colectivas, integrantes de un sistema, en donde el mal
funcionamiento de un órgano puede dañar a toda una estructura.
En conclusión, la política como
profesión u oficio requiere de disciplina, preparación y esfuerzos constantes, lucir
bien ( aseado, alineado y fresco por el trato constante con la gente), saludable (por las jornadas exhaustivas sin
horarios), culto (dominar los temas nacionales y locales actuales), ser buen
padre o madre (la constante demanda de los hijos por padres ausentes dedicados
a la solución de problemas sociales), y ahora sarcásticamente me pregunto: ¿Por
qué no fui doctora o arquitecta?....tal vez, ¡por que amo la política!.
Yo también amo la política!!
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