miércoles, 20 de agosto de 2014

“En política, lo privado es público”….


Por Jessica Aguilar

 Existe una gran dicotomía entro lo público y lo privado, la pregunta es: ¿Hasta donde la vida de un actor político es privada? y ¿Cuándo se convierte en pública?. Al tomar protesta como servidor público en cualquier orden de gobierno la vida del político pasa a ser una vitrina transparente, donde todas las acciones que realice están a la vista de la ciudadanía en general, “es privado quien no ocupa cargos públicos[1].

Norberto Bobbio hablaba de la pareja de términos público-privado, acuñados en la historia del pensamiento político y social de Occidente, en su libro “Estado, Sociedad y Gobierno”. Al hacer referencia a dichos términos los asimilaba como la democracia/autocracia, paz/guerra, sociedad/comunidad, de ahí que la gran dicotomía entre lo público y lo privado tenga tanta importancia, sean vistos como términos antagónicos y sea tema de discusión constante.

Si bien, puede ser subjetivo argumentar que el sujeto público no puede estar en el sujeto privado y viceversa, es preciso recalcar que aunque un actor político tenga su vida expuesta al escrutinio público, también tiene una vida privada “no pública” (privatus qui in magistratu non est).
Ante ello, se aclara que lo público llega hasta donde la esfera privada lo permita y viceversa. Cada unos de los actores políticos delimitan su esfera, le dan difusión a lo que consideran público, guardan lo privado detrás de la puerta de su casa, pero al fin y al cabo son como decía Cicerón “res publica” (cosa del pueblo).

Actualmente las nuevas tecnologías y las redes sociales nos permiten ver más allá de la vida pública de los políticos, sus fotos con la familia, videos de sus eventos, posturas, amigos, sus casas, autos, oficinas, fiestas, inclusive muchos de esos materiales han salido a la luz de forma clandestina, sin autorización y causando molestias. Ante ello, una frase acuñada por Granados Chapa, “quien no quiera ver fantasmas, que no salga de noche”, con ello se deja claro que quien se dedica a la política es porque sabe las consecuencias y las bondades del oficio.

Entonces: ¿Hasta donde la vida de un actor político es privada?. Considero que la respuesta la determinan cada uno de los actores políticos, según los limites que impongan ante los medios de comunicación, la difusión de sus vidas privadas en las redes sociales y ¡lo más importante! Las acciones que realicen cotidianamente y a sabiendas de que, cada una de las acciones negativas que hagan repercutirá en un grupo político al que pertenecen, son personas colectivas, integrantes de un sistema, en donde el mal funcionamiento de un órgano puede dañar a toda una estructura.

En conclusión, la política como profesión u oficio requiere de disciplina, preparación y esfuerzos constantes, lucir bien ( aseado, alineado y fresco por el trato constante con la gente),  saludable (por las jornadas exhaustivas sin horarios), culto (dominar los temas nacionales y locales actuales), ser buen padre o madre (la constante demanda de los hijos por padres ausentes dedicados a la solución de problemas sociales), y ahora sarcásticamente me pregunto: ¿Por qué no fui doctora o arquitecta?....tal vez,  ¡por que amo la política!.


[1] Bobbio, Norberto, Estado, Sociedad y Gobierno”, México, FCE, 1989.

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