El pasado domingo 26 de enero, se llevó acabo el VI Congreso Extraordinario Nacional de Morena e invariablemente para espectadores, dirigentes, militantes y miembros fundadores del partido, existe una división interna que muestra dos posturas e ideologías respecto a la conducción y dirección del nuevo partido nacional.
Por un lado, la secretaria del Comité Nacional con funciones de presidenta, Yeidckol Polevsky y al otro extremo, Bertha Luján Uranga, Presidenta del Consejo Nacional. Ambas, mujeres luchadoras sociales cercanas a Andrés Manuel. La primera, se percibe aferrada al poder, incumpliendo las peticiones tácitas de AMLO, quien expresamente advirtió en procesos electorales internos anteriores: “-las diferencias entre compañeros no se deben resolver ni exponer ante el Tribunal Electoral- “. Sin embargo, Yeidckol, ha impugnado diversas convocatorias expedidas por Bertha Luján, dejando clara su diferencia, enojo y animadversión en la renovación de la dirigencia nacional y estatal. Ante ello, Luján convocó nuevamente al VI Congreso Nacional Extraordinario, cuidadosa de cumplir con los estatutos del partido para dar certeza al proceso de renovación, logró reunir a 1310 congresistas. Indudablemente y con el quorum legal se votó por las once posiciones faltantes en el Comité Nacional, entre ellas, la Presidencia Nacional, donde fue electo como presidente interino Alfonso Ramírez Cuellar.
La consecuencia de tal elección fue un video publicado en las redes sociales por parte de Polevsky, donde desvirtúa el proceso y se mantiene en su posición de Presidenta de Morena Nacional. Penoso y vergonzoso espectáculo político de la dirigenta y de quienes la acompañan como dirigentes estatales respaldando una postura megalómana y autoritaria. Lo que está sucediendo, pone en riesgo la legitimidad y certeza los principios rectores descritos en los estatutos de morena y genera duda a los ciudadanos que confiaron y votaron por un cambio de régimen y de ideología. También, como militantes, debemos confiar que no habrá repercusiones electorales ni políticas en los próximos procesos electorales que habrán de celebrarse en varios estados este año y el próximo. Habremos de trabajar duro, para reforzar en los ciudadanos la credibilidad de nuestro partido.
Considero que el grave error que cometimos en Morena, fue convertirnos en un partido de masas, con escasos cuadros políticos formados y profesionalizados. Puntualizando, los cuadros políticos profesionalizados son académicos, investigadores, lideres morales y sociales con ética, exitosos. Su llegada contribuyó a organizar, señalar, teorizar y crear reglamentos, programas y estatutos del partido. La debilidad de dichos cuadros políticos es que no eran y no son militantes, tampoco han estado en la calle formando comités de protagonistas del cambio verdadero, no conocen el territorio y a quienes organizan los distritos electorales en los estados.
El segundo error fue mantener a cuadros políticos nacionales, estatales o municipales desgastados y corrompidos por el poder político y económico manejando las estructuras partidistas con recursos económicos solo disponibles a sus intereses particulares. Tal vez buenos estrategas, negociadores y con experiencia política nacional, legislativa o municipal. Pero, desgastados en su imagen y con poca credibilidad con los ciudadanos y militantes. En Morena, no hay renovación de cuadros políticos, son mínimos los liderazgos que han surgido y los que han logrado posicionarse para mantener en la base y en la dirigencia nacional o estatal, los principios por los que se luchó cuando Morena era movimiento.
Morena paso de ser un movimiento al partido en el poder. Sin un líder político y moral como lo era Andrés Manuel López Obrador. No tiene guía, conducción, dirigencia, no dejó a un sucesor o preparó a sus cuadros para afrontar la pérdida. Creo un partido donde todo dependía de él y por ello, hoy vemos a sus dirigentes pelear por la silla vacía que dejo AMLO. Algunos, con la bandera de los principios y valores como Bertha Luján, quien se respalda de un equipo de dirigentes y líderes con calidad moral. Mientras que otros, solo pelean por los recursos económicos y espacios políticos para aglutinar poder y manejar a las bases bajo la falsa humildad de servir a su país.