por Jessica T. Aguilar Castillo
En el 2011 diversas organizaciones sociales presentaron una alerta de
género motivada y fundada por las alarmantes cifras de homicidios dolosos hacia
la mujer. Sin embargo, dicha alerta fue rechazada del Sistema Nacional para
prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. El
argumento central y político, fue que la información estaba sesgada para
perjudicar al en ese entonces gobernador, Enrique Peña Nieto.
De acuerdo con el informe presentado por el Observatorio Ciudadano
Nacional de Feminicidios han sido 922 homicidios dolosos de mujeres denunciados
del 2005 al 2010, y se asesinan 6.4
mujeres cada día entre el 2006 y el 2012. El Estado de Mé́xico presenta un índice de violencia
contra la mujer de 54.1%, que duplica al promedio nacional,
de 23.2%.
Según el informe elaborado por Iniciativa de las Mujeres Premio
Nobel, los feminicidios aumentaron 40% y la violación, agresiones, mutilaciones,
ataques, acosos e inseguridad de la mujer en México sigue en aumento. Por ende,
recientemente nuestro país ha recibido aproximadamente 176 recomendaciones de
24 países integrantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en temas
referentes a violencia de género, en el rubro periodístico y en la defensa de
los derechos humanos de las mujeres. Con base a ello y a otras presiones
internacionales, se ha tipificado en tan solo 19 estados de la República
Mexicana el delito de feminicidio en los códigos penales, entre ellos se incluyó
en el Estado de México (Artículo 242 BIS y Artículo 9).
El Estado de México tiene una población total de 15,175,862
habitantes de los cuales 7,778,876 son mujeres. Existe una población femenina
económicamente activa de 2,056,347, hay 847,910 mujeres jefas de familia, sin
descartar a la población femenina que se queda en casa y que también ha sido
victima de violencia domestica. Dichas cifras reflejan y describen a las mujeres
que salen a trabajar todos los días, muchas de ellas utilizan transporte
público, tienen horarios laborales indistintos, caminan por las calles y son
victimas de la inseguridad, algunas viven en los municipios más poblados del
Estado de México como Ecatepec,
Netzahualcóyotl, Tlalnepantla, Toluca, Chimalhuacán, Naucalpan, Tultitlán,
Ixtapaluca, Valle de Chalco y Cuautitlán Izcalli, etc.
Nacer mujer y vivir en el Estado de México se ha vuelto más
peligroso que radicar en Ciudad
Juárez, las cifras y estadísticas denotan un panorama violento e inseguro. El Estado de México concentra
el 13.5% de la población nacional pero el 25% de casos ocurridos por
feminicidios. Entre 1993 y
2005 murieron con violencia 4,379 mujeres, es decir, diez veces más que en Ciudad Juárez.
En un panorama nacional de 1990 a 2011 se levantaron 32,172 actas de defunción por muertes de
mujeres ocasionadas por agresiones, de las cuales, 7,749 fueron en el Estado de
México. Entre 2005 y 2011, los médicos a nivel nacional registraron 12,023
asesinatos intencionales de mujeres, de los cuáles 1997 (16%) ocurrieron en el
Estado de México. En 2005, el primer año de gobierno de Peña se registraron 374 muertes de
mujeres por agresión, es decir, el 29.08% del total nacional. En el último año de gobierno de Enrique
Peña, el número de asesinatos a mujeres por agresiones se mantuvo en 349, con
una tasa de feminicidios del 4.3.
Las tasas de mortalidad femenina
por agresiones entre 1990 y 2011 fueron once ocasiones las más altas de todo el
país, es decir, 3.7 por cada cien mil. Entre 1990 y 2006, el Estado de México
osciló entre el primer y tercer lugar en feminicidios a nivel nacional.
Ante las cifras la agenda de campaña en el 2005 y la agenda de gobierno
de Enrique Peña Nieto sostuvieron propuestas fundadas en temas menos relevantes
que los feminicidios, y jamás
contempló resolver de fondo la problemática de las muertes violentas de tantas
mujeres, ni siquiera para el tema de Atenco y los casos de violación sexual y contra los derechos humanos
de los que fueron victimas muchas mujeres.
Los gritos de cientos de mujeres
eran: ¡Enrique bombón!, ¡te quiero en mi colchón!, el mayor público que llevo a
Peña a ganar la gobernatura del Estado de México, fueron mujeres que por el
hecho de ser favorecido físicamente pero no mentalmente, dieron su voto de
confianza, guiadas por la mercadotecnia política y los medios de comunicación,
quienes estratégicamente y de forma simulada, mostraban un candidato guapo con
una familia perfecta, cumpliendo con el prototipo del idílico sueño de amor,
además de encuestas poco verídicas ante otros candidatos.
La mujer, símbolo de fortaleza,
columna vertebral de las familias, proveedoras económicas de hijos que en
ocasiones crían de manera autónoma, están muriendo por causas aterradoras. La
principal causa de muerte de mujeres en el Estado de México es el estrangulamiento,
entre el 2000 y 2011 “854 mujeres fueron estranguladas, 116
murieron ahogadas por sumersión, 105 fueron arrojadas desde algún sitio
elevado, 244 fallecieron atacadas con arma blanca y 41 perdieron la vida
quemadas”.[1]
A parte de ser asesinadas, previamente sufren de abuso sexual, muchas
de ellas violencia intrafamiliar, mutilación, violencia física, violencia
psicológica, violencia económica.
Nacer mujer pudiera parecer que es símbolo de
sufrimiento, las políticas publicas del gobierno deben estar encaminadas a
resolver el problema de los feminicidios de fondo, desde la educación que
reciben los niños y niñas en la escuela para evitar la misogia, hasta los
programas que ven en la televisión, internet y en los video juegos. Las
mujeres no debemos permitir que se nos insulte, denigre o menosprecie, no nos
digan “putas” por vestir de cierta manera o usar tacones altos y menos pensar
que se nos violenta por que nosotras los provocamos con escotes pronunciados o
minifaldas cortas.
Desde esta trinchera, hago un pronunciamiento fuerte al Gobierno del
Estado de México para que la calidad de vida en cualquier municipio del estado
sea la adecuada, para que solucione el problema de los feminicidios de fondo.